El domingo 27 de septiembre de 2015, el diario El progreso publicó un reportaje que incluía dos entrevistas sobre la Asociación Española de Afectados por Intervenciones de Cirugía Refractiva para su versión en papel que más tarde subiría también a su página web.
Traducimos la versión reducida que subieron a su web.
Vidas limitadas por operarse de la vista
El fin de las gafas ha cambiado la vida para bien a muchos. Pero también hay quien tiene secuelas. Ellos, los afectados por intervenciones de cirugía refractiva, están asociándose para denunciar los efectos secundarios que les han quedado para toda la vida. El lucense Alejandro L.V presidirá este colectivo, de ámbito nacional

Domingo 27 de Septiembre de 2015 | SABELA CORBELLE
Es una de las operaciones más publicitadas y para algunos supuso el fin de las gafas y las lentillas de por vida para poder disfrutar de una vista nueva sin secuelas. Pero hay casos en los que los operados de cirugía refractiva presentan efectos secundarios que, según explican las víctimas, se convierten en importantes secuelas que les alteran por completo la vida. Sequedad de ojos, dolores punzantes en los ojos o la imposibilidad de conducir de noche por deslumbramientos son algunas de ellas. El joven lucense Alejandro L.V. presidirá en breve la Asociación Española de Afectados por Intervenciones de Cirugía Refractiva, después de que una operación para reducir su miopía lo dejase con serios problemas de salud.
«Me operé hace año y medio. Tenía 6,25 dioptrías en cada ojo y decidí operarme porque acababa de romper las gafas y vi un anuncio de una clínica. Fui hasta allí y me lo pintaron todo muy bien. Incluso me dieron un tratamiento para no tener ni halos ni deslumbramientos. Pero no fue así. Desde el primer momento tuve problemas: halos, deslumbramientos que me impiden conducir de noche, ojo seco, dolor ocular… todo esto me hizo cambiar de vida en poco tiempo. Tuve que abandonar los estudios cuando me faltaban sólo dos asignaturas para acabar, tengo mucha menos vida social por los problemas de vista y, muchas veces, prefiero quedar en casa porque, en cuanto salgo, me empiezan a dolor los ojos”, explica Alejandro.
Este joven sufre un trastorno psicológico derivado de todo este proceso y también del dolor insoportable, como el de un alfiler clavándose en los ojos, dice, que siente continuamente y para el que ya no hay remedio.
«El dolor fluctúa a lo largo del día, pero nunca para. Según avanza la jornada se intensifica más y más. La única manera de calmarla es tomar unas pastillas y dormir. Los colirios no hacen nada. Otras personas tienen, en lugar de dolor, un ardor continuo desde dentro. Este se hace bastante insoportable y hasta hubo casos, en Estados Unidos, de gente que se suicidó porque no podían vivir así. Al final, nos convertimos en enfermos crónicos que no nos recuperamos nunca”, comenta.
A Alejandro le dijeron que todos estos síntomas respondían a «un proceso neuroadaptativo» y también que el suyo era «un caso excepcional» pero, andado el tiempo, comprobó que la adaptación nunca llegaba y que él tampoco era un caso único.
«Te niegan las secuelas. Dicen, como mucho, que son efectos secundarios. Esto acaba generando un daño o un maltrato psicológico porque quieren hacerte creer que tus problemas de visión no son tan graves y que, en algunos casos, son invenciones tuyas. Todo esto te provoca sensaciones de auto culpa y te ves víctima de un engaño
Después, hablando con otra gente, ves que hay muchos casos como el tuyo. Es más, un estudio de FDA (Food and Drugs Administration, de Estados Unidos) demuestra unos porcentajes bastante altos de estas secuelas como que el 35% de las personas operadas que no veían antes halo, los ven después a los tres meses; que el 30% tiene ojo seco; el 28, destellos; el 16, deslumbramientos, y el 6% sufren el llamado “efecto fantasma”. En España, aún no se fijó ningún estudio de este tipo», refiere Alejandro.
SEIS EN LUGO. En Lugo hay 6 afectados con estas secuelas. A nivel estatal, 347 personas se pusieron ya en contacto con Alejandro, que coordina la web de la asociación, www.afectadoslasik.wordpress.com, y la página de Facebook. El joven lucense pretende, de esta forma, reavivar una asociación fundada en 2004 y con poca actividad en los últimos años.
«Queremos darle voz a las víctimas de estas operaciones para que se paralicen las intervenciones hasta que se haga un estudio epidemiológico. En el Reino Unido, se va a llevar esta cuestión al Parlamento. También queremos que los llamados efectos secundarios sean considerados como secuelas ya que hay algunos muy graves como las ectasias (deformaciones de córneas) que sólo se resuelven con un trasplante de córnea que evita la ceguera”, señala Alejandro López.
Denunciar estos casos es complicado. Según este joven, algunos pacientes lo hicieron y ganaron sentencias. Otros, en cambio, lo tienen más complicado.
«Hay negligencias pero, a veces, es difícil demostrar que las secuelas son consecuencia de la operación. Habitualmente, se meten en las hojas de consentimiento que se le dan a firmar al paciente porque no se dice que los ojos quedan dañados y que hay nervios que no se recuperan”, continúa.
Este tipo de cirugía refractiva se está aplicando a casos de miopía, presbicia, astigmatismo e hipermetropía. La operación más común, la Lasik, cuesta unos 1.700 euros los dos ojos, financiables en muchos casos.
TRASPLANTE. Antonia (nombre ficticio elegido para salvaguardar su intimidad) sufre ectasia, una deformación en la córnea que, con el tiempo, la llevará a un trasplante puesto que se podrá quedar sin visión en ambos ojos. No sabe cuánto tardará en que esto suceda, pero sí sabe que este problema que tiene ahora es una de las consecuencias de la operación que sufrió hace veintiséis años en sus ojos, una queratotomía radial -incisión en la córnea para modificar la curvatura del ojo- para eliminar su miopía.
«De aquella era el método más seguro pero, con el tiempo, descubrí que me hicieron una carnicería en los ojos. A los quince días de operarme ya noté que no iba bien. Me aumentó la miopía que me dejaron y ahora no veo bien ni con gafas ni con lentillas. Tengo que graduarme cada tres meses y aun con las lentillas recién graduadas tengo una capacidad de visión del 60%. Desde aquello veo halos, tengo baja visión nocturna, visión doble y problemas para leer en el ordenador, aparte de la deformación de la córnea. Siempre he pensado que en todo esto había sido culpa mía por operarme demasiado joven hasta que descubrí que muchos otros operados tenías las mismas secuelas que yo”, indica
Esta paciente no denunció en su momento porque pensó que el suyo era un caso especial y ahora no lo hace porque «prescribió todo ya», afirma.
Mientras tanto, trabaja y vive su día a día como puede con la vista puesta -y nunca mejor dicho- en un futuro trasplante de córnea. «Espero poder hacer el trasplante antes de perder totalmente la vista, que no sé cuándo será. Eso sería lo peor. Mientras tanto, mi vida está cada vez más limitada porque esto cada vez va a más”, apunta.
Yo me opere hace ya muchos años, pero el problema sobrevino en el momento de operarme de cataratas pues he perdido mucha visión y no la recupero ni con gafas ni con nada me dicen que esto es debido sobretodo a la operación de caratetomia radial que se me hizo hace años, también es cierto lo de los pinchazos en los ojos y los dolores de cabeza, en fin tengo que vivir con ello y nadie es responsable de mi problema, estoy contigo en que nos han estafado y siguen haciéndolo con total impunidad.