Empecé en junio de 2009 con las pruebas preoperatorias, no era apta, pero nadie me lo dijo, debía tener sequedad previa porque no toleraba las lentillas y una base de alergia.
Yo no había oído hablar de sequedad en la vida y había buscado lo que yo pensaba sería una muy buena profesional, trabaja de jefa de sección de Córnea en un importante hospital público de Madrid.
Cuando pregunté los riesgos reales de la operación, me contestaron: “una chica joven y sana como tú ningún problema”. No fue la cirujana, claro, ni siquiera sé si era médico la persona que me informó.
La verdad es que conocía numerosos casos que habían salido ¨bien¨, y ¿por qué a mí no?
¿por qué no hacen la selección indicada? lo desconozco, sólo sé que si informaran bien de las posibles secuelas, quizá no se operara tanta gente. Lo malo que lo sé ahora.
Me operaron y en principio salió bien. Fui a las revisiones y me mandaban lágrima y más lágrima. Y los graves problemas empezaron en el 2013, tres años y medio después: SEQUEDAD OCULAR SEVERA (sólo tiene tratamiento paliativo)
Empecé con molestias horribles que pasaron a dolores insufribles, fotofobia, roce palpebral, hinchazón de pápados…
Y la persona que me operó me decía cuando acudía llorando: “yo no puedo valorar el factor psicológico”, “yo también tengo los ojos secos cuando llego a Madrid”.
Lo que no tenía era ni vergüenza, porque infravaloraba mi daño.
Cuando en septiembre de 2013 fui al primer especialista de ojo seco supe la verdad: “no eras apta”, la segunda especialista en superficie ocular “no te tenían que haber operado”, se me cayó el mundo encima.
Porque nos culpabilizamos, sí, por haber tomado una decisión, de la cuál éramos totalmente ignorantes de los riesgos, al menos en mi caso, y de la cual no somos los últimos responsables, puesto que alguien decide que somos aptos o no. Pero esa fase no se termina de pasar nunca, supongo.
Estuve de baja año y medio, con muchos problemas psicológicos añadidos a los oculares.
Sigo mal, con dolor, halos, deslumbramientos, fotofobia, inflamación palpebral, visión borrosa, cansancio y fatiga ocular… vamos que me encuentro muy lejos de llevar una vida medianamente normal.
Estoy en tratamiento con PRGF (410 euros), Restasis, antihistamínicos, lágrimas y cremas. Y en algunas temporadas corticoide para la inflamación.
Estoy mirando denunciar seriamente, puesto que si creo que en mi caso, igual que en muchos otros, hubo negligencia médica. Reparar los daños ya no se puede, porque es algo crónico y los nervios no se regeneran.
Confío en mejorar y llevar una vida sin tanto dolor al menos.
Y todo por quitar las gafas que tanto odiaba…y tener la mala suerte de no tolerar las lentillas. Ahora llevo gafas grandes sin graduar porque no soporto el viento.
Muchas veces pienso lo feliz que sería ahora con gafas, pero no hay vuelta atrás, hay que vivir con las secuelas.
Escrito por Carmen
Desde la Asociación hemos contactado con innumerables casos de personas que sí eran ‘aptas’ y que sufren iguamente las secuelas de está cirugía, y es que no hay candidato/a apto/a para un procedimiento inseguro e irreversible.
Hola Carmen,
Mi caso es exactamente el mismo al tuyo. Ya tenía sequedad ocular, no soportaba las lentillas y se lo advertí al médico que me operó. Se lo advertí varias veces… Me aseguraron que no pasaba nada, que todo saldría genial.
Hoy vengo de comprarme esas gafas horribles para poder soportar el viento y el humo…
Tengo un tratamiento con ciclosporina que me permite mantener una vida medio normal. Me trata en Madrid el doctor Benitez del Castillo. Es un encanto de profesional y de persona, entiende por lo que estamos pasando.
Estaríamos mejor con gafas…No hay día que no lo piense.
Mucho ánimo,
Cristina