Un estudio publicado recientemente de et al. a 109 pacientes sometidos a cirugía láser para corregir la visión (LASIK y PRK) concluye que 11 de cada 100 pacientes desarollan dolor ocular persistente.
Una cifra muy alta que choca con el discurso de la industria del sector que cuantifica esta dolencia como muy rara o poco frecuente. Recientemente, en torno a la propuesta de la agencia de EE.UU (FDA) para fortalecer las advertencias cara posibles candidatos a la cirugía LASIK, la industria trató de afirmar que el dolor persistente después de la cirugía láser ocurría tan sólo un uno de cada 900 pacientes.

Junto a ello el ojo seco crónico es una de las secuelas más frecuentes de este tipo de cirugías que puede llevar consigo un deterioro importante del estado de salud físico y emocional de los pacientes afectados. Las cifras se sitúan entre el 20 y el 30% de los intervenidos y a menudo cursa con trastornos como la depresión y, en algunos casos, con una pérdida significativa de la calidad de vida, incluso el suicidio, especialmente cuando aparece junto a la neuralgia corneal.
«Es como sentir agujas clavadas en los ojos». Así es como definen algunos pacientes este dolor que recogió, entre otros, la revista científica Mosaic, en una serie de dos artículos; uno de ellos titulado «En un abrir y cerrar de ojos».
En el siguiente vídeo Tatiana Verdión contaba para Televisión Española lo qué significa vivir con dolor ocular permanente. Secuelas tras un tipo de intervenciones que llevan años en el ojo del huracán, pero que se traducen en dinero rápido y fácil para las clínicas oftalmológicas del sector privado.
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